Anoche dos hombres se fueron a Ojitlán para que se bendiga las cruces de palma. A las 9 de la mañana llegaron las mujeres, una por una, a la iglesia, cada quién con su manojo de flores, lo cual puso en el altar o al pie de las imágenes. Las flores eran o rojas o blancas – tulipán, bugambilia, gardenia y unas cuantas sempasuchil. A las 10 llegaron los dos hombres con costales llenos de cruces. Las cruzes son de 6’-8’. Son la cruces más grandes y con un borde en forma de arco se les dio a los rezadores. Se bajó San Martín del altar y cuidadósamente lo despolvaron. Luego se lo adornó el caballo de San Martín con listones colorados y se metió una cruz de palma en las manos de San Martín. A sus pies pusieron ramas de orquídeas amarillas traidas del monte.
Se puso un petate en el piso de la iglesia delante de las mujeres que estaban sentadas a ambos lados del cuarto. En el petate se hechó las cruces y las flores. Las mujeres se sentaron en cuclillas y alrededor del petate le metieron tres o cuatro flores en cada cruz.
Las mujeres distribuyeron 2 cruces a cada quién (1 cuando hay mucha gente). Y prendieron sus velas. Salió la procesión igual como el Viernes de Dolores sino con la adición de San Martín (quién sustituyó al San Salvador en su burro, por falta de aquella imagen). En esta procesión se encontró sólo las mujeres con los rezadores.
Cuando terminó la procesión replazaron las imágenes en la iglesia y trasladaron las orquídeas al pie del Cristo. Se quitó los listones y devolvieron San Martín a su lugar en el altar.
Antes de la procesión uno de los rezadores explicó los procedimientos. Después una de las mujeres (quién dirigía a las mujeres en la procesión de Viernes de Dolores también) informalmente les dio un discurso dándoles las instrucciones para la Fiesta de Jueves Santo.
Luego el secretario les dio otro discurso.
Los rezos cantaron igual – antes de la procesión, durante y después.
Después de los discursos la gente se fue.